Las ganas…

Solo había un hilo entre su boca y la mía. Un hilo que deseaba dejar de existir, deseaba hacerse nulo.

Y es que las ganas a veces son más fuertes que el miedo. Las ganas a veces son más fuertes que el orgullo, que el enfado, que el rencor, más fuertes que los que dirán o pensarán, más fuertes que nada y más fuertes que todo.

Las ganas son ganas. Siempre ganas y nunca pierdes. ¿Qué hay mejor que una dosis de buenos besos con ganas?